A MARCA DE MORTE NORTE-AMERICANA NO ORIENTE MÉDIO - BENJAMIN FORCANO

 
A máquina de morte norte-americana
no Oriente Médio (B.Forcano)
 
En marcha la locura de una nueva guerra
 
 
Nuestros tiempos tienen que forzar las condiciones que hagan realidad las palabras de la Carta de las Naciones Unidas: “Nosotros los pueblos hemos resuelto evitar a las generaciones el horror de la guerra”. Pero no son los pueblos  sino unas élites descabelladas las que, una vez más, pretenden imponer  a la humanidad el desquiciamiento de una nueva  guerra.
         Nosotros seguimos el curso cotidiano de nuestra vida, lo sigue la sociedad, pero a nuestras espaldas se están acelerando  los preparativos de una nueva guerra.
         Estados Unidos tiene más de 60 bases militares e instalaciones en la zona de Oriente Medio  con un Comando Central en Qátar;  ha reforzado su flota en el Golfo Pérsico aumentando el número de portaaviones, varios de ellos nucleares; en noviembre de 2011  probó un nuevo misil hipersónico de “Ataque Global Inmediato”, lanzado a una velocidad de 6 mil km. hora, que puede alcanzar cualquier parte del mundo;  dispone de una nueva bomba   llamada “Penetrador Masivo de Artillería”, armada con una cabeza de uranio, capaz de penetrar 60 metros de hormigón (38 m. de roca dura);  tiene un gasto  de defensa  que llega a un 50 % del gasto  militar mundial y que ha doblado en el último decenio hasta alcanzar la cifra de $ 553.000.000.000. ¿Pueden resultar extrañas las palabras del Profesor Veronsesi de que Estados Unidos por su tradición western continúa con una opción violenta como instrumento de control y dominio?
         Los datos aducidos son preocupantes, en el sentido de que el poder de minorías nacionales desalmadas contradicen y se imponen al sentir mayoritario de la sociedad.
Todas las guerras son demenciales, pero lo son mucho más las guerras de nuestros días. Sin embargo, con su poder mediático ingente, logran ocultar esa demencia y presentarla como  necesidad imperiosa frente a  otros males mayores que sobrevendrían sin la guerra. Y así comienzan a marearnos con su hipócrita retórica. Lo sabemos y lo hemos experimentado hasta la saciedad en las guerras de Irak y Afganistán. Pero, han logrado paralizar nuestra acción y conducir arrogantemente lo que esperaban iba a ser un  triunfo. Hoy, se retiran con la amargura del fracaso. Pero retornan sin aprender, condenados a  proseguir el fatal recorrido de sus intereses imperialistas, aunque cueste millones de vidas  y laceren hasta la médula al resto de la humanidad.

         El clamor creciente contra la guerra  brota del corazón de los pueblos. Nos habíamos hecho a la idea de no reincidir nunca más en semejante locura.
         La desigualdad es la piedra angular  de toda la historia colonizadora e imperialista  y la clave que sustenta  la ventaja y superioridad de unas naciones sobre otras. Hay, de parte de quienes más dicen defender la justicia y el Derecho Internacional, una transgresión palmaria de los mismos. Basta con leer  los dos primeros artículos de la Carta  de las Naciones Unidas:

          “Los propósitos de las Naciones Unidas son: 1. Mantener la paz  y seguridad internacionales, y con tal fin:  tomar medidas colectivas  para prevenir y eliminar  amenazas a la paz  y para suprimir  actos de agresión  u otros quebrantamientos de la paz; y lograr por medios  pacíficos, y de conformidad  con los principios de la justicia  y del derecho internacional , el ajuste o  arreglo de controversias o situaciones internacionales  susceptibles de conducir  al quebrantamiento de la paz. 2. Fomentar  entre las naciones relaciones  de amistad basadas en el respeto al principio de igualdad  de derechos y de  la libre  determinación  de los pueblos, y tomar medidas adecuadas para fortalecer la paz universal” (Capítulo I, Artículo 1) .
         Para la realización de estos propósitos la Organización y sus miembros  procederán de acuerdo  con los siguientes principios: 1. La Organización está basada en el principio de la igualdad soberana de todos sus miembros” (Capítulo I, artículo 2).
         La praxis histórica de determinadas políticas nos lleva a concluir que, en realidad de verdad, esa igualdad soberana es humo de pajas.  Quiero aplicar al momento presente, lo mismo que  cuando la guerra de Irak escribió Eduardo Galeano: “El presidente del planeta anuncia su próximo crimen en nombre de Dios y de la democracia. Así calumnia a Dios. Y calumnia, también, a la democracia, que a duras penas ha sobrevivido en el mundo a pesar  de las dictaduras que Estados Unidos  vienen sembrando  en todas partes desde hace más de un siglo”.
         Una guerra como la que se está anunciando es del todo injustificable y representará la muerte   de grandes valores  para una convivencia internacional justa, libre y pacífica.


Por Benjamin Forcano*


*Benjamin Forcano é um teólogo español sempre comprometido com as questões sociais e grande apoiador da teología latino-americana. Publicamos aquí dados da máquina de morte norte-americana no Oriente Médio. Oxalá não sirva para deslanchar uma guerra de proporções incontroláveis. Lboff

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